Obesidad: causas no alimentarias que deberías conocer

causantes de la obesidad

¿Qué causantes de la obesidad existen? En Clínica Simarro, sabemos que muchas personas viven su relación con el peso desde la frustración y la culpa, especialmente cuando siguen dietas, hacen ejercicio y aun así no logran adelgazar.

Y es que la obesidad no se explica únicamente por lo que comemos: la ciencia actual ha demostrado que existen múltiples factores biológicos, hormonales e inflamatorios que influyen en la acumulación de grasa corporal y en la dificultad para perderla.

Este enfoque nos permite avanzar en Clínica Simarro hacia una comprensión más justa y eficaz del sobrepeso y la obesidad: no se trata de una falta de voluntad, sino de una condición compleja que debe abordarse desde la personalización, el respeto y el conocimiento clínico actualizado.

Más allá de la dieta: causas no alimentarias que favorecen la obesidad

El viejo paradigma de “ingerir más calorías de las que se gastan” ya no explica por sí solo por qué algunas personas ganan peso con facilidad mientras otras no. Aunque la alimentación y la actividad física son factores clave, no son los únicos. Existen otras causas menos visibles pero igualmente importantes:

1. Genética y epigenética

La predisposición genética influye en la forma en que almacenamos grasa, regulamos el apetito o respondemos al entorno. Además, ciertos factores ambientales y emocionales pueden activar o desactivar genes relacionados con la obesidad.

2. Desequilibrios hormonales

Trastornos como el hipotiroidismo, el síndrome de ovario poliquístico (SOP) o la resistencia a la insulina pueden dificultar notablemente la pérdida de peso. Muchas de estas condiciones están infradiagnosticadas, especialmente en mujeres, y pueden pasar desapercibidas durante años.

En el caso del lipedema, esta situación es especialmente relevante. Es frecuente encontrar alteraciones tiroideas subclínicas o desequilibrios ováricos que, junto con otros factores, reducen la respuesta a las dietas tradicionales y hacen que el cuerpo entre en un estado de «resistencia metabólica».

3. Subinflamación crónica

Uno de los grandes olvidados en el abordaje del sobrepeso. La inflamación de bajo grado (o subinflamación) altera el metabolismo celular, favorece la resistencia a la insulina y disminuye la tasa metabólica basal. Esto significa que el cuerpo “quema” menos energía en reposo y tiende a acumular grasa y líquidos, incluso en contextos de alimentación correcta.

Esta subinflamación está muy presente en el lipedema, una enfermedad del tejido conjuntivo de origen hormonal que afecta especialmente a mujeres. En este contexto, la retención de líquidos puede ser muy marcada, provocando hinchazón en piernas, muslos y tobillos, e incluso un aumento progresivo de volumen sin relación directa con la ingesta.

El caso del lipedema: por qué dieta y ejercicio no siempre bastan

Uno de los errores más comunes es tratar el lipedema como si fuera un simple “problema de grasa localizada”. Pero los adipocitos lipedematosos inflamados no responden a dieta ni a ejercicio, especialmente en muslos, caderas y pantorrillas. Esto se debe a:

  • Alteraciones del tejido conectivo, que impiden el metabolismo normal del adipocito.
  • Inflamación crónica que genera rigidez, dolor e hipersensibilidad.
  • Disfunción linfática que impide drenar correctamente líquidos y toxinas.

Como consecuencia, muchas mujeres con lipedema no logran bajar volumen en ciertas zonas aunque hagan dieta estricta y ejercicio constante, lo que incrementa su frustración y, en ocasiones, genera un diagnóstico erróneo de obesidad por exceso calórico.

Otros factores que influyen en el aumento de peso

Dormir poco o mal altera las hormonas del hambre (leptina y grelina), promueve la ingesta emocional y favorece la ganancia de peso. Además, el cuerpo interpreta la falta de descanso como un factor de estrés, lo que activa el cortisol y potencia la inflamación.

Ciertos medicamentos como corticoides, antidepresivos o anticonceptivos pueden aumentar el apetito, generar retención de líquidos o disminuir el gasto energético. También algunas enfermedades endocrinas, neurológicas o inmunológicas influyen directamente en la distribución y acumulación de grasa.

El equilibrio bacteriano del intestino modula la absorción de nutrientes, la inflamación sistémica y el apetito. La disbiosis intestinal puede alterar el metabolismo, promover la inflamación y dificultar la pérdida de peso, incluso con dietas controladas.

¿Cómo abordamos la obesidad en Clínica Simarro?

En Clínica Simarro trabajamos con un enfoque integral, riguroso y empático, que tiene en cuenta todo el contexto biológico, funcional y emocional del paciente. Nuestra evaluación incluye:

  • Historia clínica completa y exploración física funcional.
  • Valoración de la composición corporal, marcadores metabólicos, hormonales e inflamatorios.
  • Estudio del contexto digestivo, emocional, endocrino y del tejido conjuntivo.
  • Análisis de hábitos de vida, sueño, actividad y entorno.

A partir de esta evaluación, diseñamos planes nutricionales personalizados, con acompañamiento clínico, psicológico y fisioterapéutico cuando es necesario. En pacientes con lipedema, aplicamos protocolos específicos para reducir inflamación, retención de líquidos y mejorar la funcionalidad del tejido conectivo, siempre con expectativas realistas.

Si sientes que tu cuerpo no responde a lo que haces, no es culpa tuya. Quizá solo necesitas un enfoque distinto, más humano, más profesional, y verdaderamente adaptado a ti. En Clínica Simarro te ayudamos a comprender tu caso desde dentro y te acompañamos en un plan de acción realista, eficaz y sostenible. ¡Pide cita hoy mismo!

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