¿Es útil el test de disbiosis? Cuándo tiene sentido y cuándo no

test disbiosis intestinal

Cada vez más personas consultan por síntomas digestivos inespecíficos: hinchazón, gases, digestiones lentas, alternancia entre estreñimiento y diarrea, fatiga crónica o incluso sensación de inflamación generalizada sin una causa clara. En estos contextos, suele aparecer una pregunta común: ¿Me hago un test de disbiosis intestinal?

En Clínica Simarro, donde abordamos de forma integral los problemas digestivos y metabólicos, creemos que es importante aclarar qué es realmente este tipo de prueba, qué detecta y, sobre todo, cuándo está indicada y cuándo no lo está.

¿Qué es la disbiosis intestinal?

La disbiosis es un desequilibrio en la microbiota intestinal, es decir, en el conjunto de bacterias, hongos, arqueas y virus que habitan en el intestino. Este ecosistema influye en múltiples aspectos de la salud: digestión, inmunidad, inflamación, función cerebral, metabolismo hormonal y más.

Sin embargo, hay un dato clave: a día de hoy no existe una definición clara de lo que es una “microbiota normal”. Su composición varía enormemente entre individuos sanos, incluso entre personas que viven en el mismo entorno, y también cambia rápidamente con la alimentación, el sueño, el estrés o la medicación. Por ejemplo, una dieta rica en fibra durante una semana puede modificar significativamente el perfil bacteriano, sin que la microbiota anterior o la nueva sean necesariamente patológicas.

Este punto es crucial para entender por qué el test de disbiosis no puede considerarse una prueba diagnóstica aislada, sino una herramienta complementaria en casos específicos.

¿Qué analiza un test de disbiosis intestinal?

Hay diferentes tipos de test. Algunos se basan en cultivos, otros en PCR o secuenciación genética (como el test de microbiota por 16S rRNA). Lo habitual es que analicen:

  • Diversidad bacteriana general.
  • Presencia de bacterias beneficiosas, muconutritivas, inmunomoduladoras y neuroactivas.
  • Sobrecrecimientos de bacterias oportunistas o hongos (como Candida albicans).
  • Niveles de posibles marcadores de inflamación intestinal o hiperpermeabilidad.

Estos test pueden sugerir si existe una alteración funcional de la microbiota, pero no permiten hacer un diagnóstico definitivo por sí solos. Tampoco siempre justifican un tratamiento específico, ya que la microbiota cambia constantemente y su análisis puntual puede no reflejar una situación clínica estable.

¿Cuándo puede ser útil?

Pese a estas limitaciones, el test de disbiosis puede tener valor en contextos clínicos complejos, especialmente cuando se sospecha una subinflamación crónica asociada a un síndrome de hiperpermeabilidad intestinal. Esta condición puede estar causada por disbiosis como:

  • SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en intestino delgado)
  • SIFO (sobrecrecimiento fúngico)
  • IMO (sobrecrecimiento de metanógenos)
  • Disbiosis asociadas a tratamientos prolongados con antibióticos, dietas desequilibradas o estrés crónico

En estos casos, el test puede aportar información adicional que, junto con la clínica y otras pruebas, permita afinar el diagnóstico y orientar un tratamiento más preciso.

¿Y cuándo no está indicado?

Realizar test de disbiosis de forma sistemática, sin una indicación clara ni una estrategia terapéutica definida, no es útil y supone un gasto innecesario. Muchos laboratorios comerciales promueven estas pruebas como si ofrecieran respuestas concluyentes, pero lo cierto es que:

  • No hay estándares universales para interpretar los resultados.
  • Las recomendaciones terapéuticas derivadas suelen ser genéricas.
  • Los perfiles bacterianos detectados pueden no tener relación directa con los síntomas del paciente.

En definitiva, es más importante la clínica que el resultado del test. Lo relevante es la historia del paciente, su evolución, sus hábitos, sus respuestas previas a tratamientos y su contexto de salud.

¿Y en mujeres con lipedema?

En mujeres con lipedema, hemos observado una alta prevalencia de molestias digestivas, intolerancias, hinchazón o síntomas de permeabilidad intestinal. La evidencia sobre la relación entre lipedema, disbiosis y subinflamación está creciendo, pero el diagnóstico sigue siendo clínico.

En estos casos, el test de disbiosis puede tener utilidad si hay síntomas digestivos relevantes y persistentes que no se explican por otras causas. Siempre debe formar parte de un abordaje integral, y nunca sustituir a una valoración clínica completa.

Tratamiento tras el test de disbiosis intestinal

El tratamiento de la disbiosis no depende tanto del test como de la situación clínica. A menudo, los cambios más importantes se consiguen con:

  • Mejoras en la alimentación, reduciendo ultraprocesados, azúcares fermentables y grasas oxidadas.
  • Uso individualizado de probióticos, prebióticos o posbióticos, según tolerancia y respuesta.
  • Apoyo digestivo con enzimas, fitoterapia o nutrientes para reparar la mucosa intestinal.
  • Reducción del estrés, regulación del sueño y actividad física moderada.

Este enfoque personalizado es más eficaz que seguir indicaciones genéricas basadas en un test estático.

El test de disbiosis intestinal no es una herramienta mágica ni un diagnóstico en sí mismo. En casos complejos o resistentes al tratamiento, puede ser útil como complemento, pero no debe sustituir la evaluación clínica ni utilizarse de forma sistemática.

En Clínica Simarro valoramos cada caso con una mirada integral. Si presentas molestias digestivas persistentes o sospechas que tu salud intestinal puede estar alterada, te ayudamos a entender el origen real del problema y a construir una estrategia terapéutica eficaz y sostenible.

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