La mayoría de las mujeres diagnosticadas de lipedema presentan una gran vulnerabilidad psicológica al llevar años insatisfechas con su cuerpo, sintiendo que no tienen ningún tipo de control sobre él, viviendo siempre restringiendo su alimentación y sufriendo vivencias negativas o muy limitantes.

Esto genera un impacto no solo estético sino también emocional y es frecuente encontrar problemas que requieren un tratamiento psicológico, tales como:

• Baja autoestima.
• Ansiedad.
• Inestabilidad emocional.
• Depresión.
• Trastornos de la conducta alimentaria
• Trastorno de la imagen corporal o dismorfia
• Dificultad en las relaciones sociales o de pareja
• Estrés o cansancio emocional asociado a la sensación de dolor que experimentan muchas mujeres afectadas por lipedema en las piernas

Establecer un diagnóstico, “tengo Lipedema”, da tranquilidad porque ayuda a entender lo que pasa y disminuye el sentimiento de culpa y frustración asociado a tantos años de sufrimiento. Este diagnóstico supone también:

• Aceptar y aprender a gestionar emocionalmente aquello que no se puede modificar, la base hereditaria y hormonal del Lipedema.
• Desaprender antiguos patrones de comportamiento e incorporar un nuevo estilo de vida saludable y sostenible en el tiempo, centrándose en lo que, sí se puede modificar, la base inflamatoria y nutricional.

En ambos procesos, se hace fundamental el apoyo y acompañamiento psicológico para mejorar la relación de las mujeres que tienen Lipedema con su cuerpo, con la comida y con ellas mismas.

El tratamiento psicológico pretende dar también solución o mejorar las posibles dificultades que puedan aparecer con el sobrepeso o la obesidad: distorsión o insatisfacción corporal, alteraciones de comportamiento en la relación con la comida, existencia de posibles trastornos psicológicos, dificultades en el ámbito relacional o emocional, baja autoestima o hábitos inadecuados de estilo de vida.